Lo que hoy conocemos como el municipio de Ruente, se formó por la suma de tres de los diez concejos que formaban el Valle de Cabuérniga, uno de los de la Merindad de las Asturias de Santillana. La referencia más antigua de este valle como territorio administrativo, se recoge en la Carta Puebla de Brañosera fechada en el año 824. De ese periodo están documentados una necrópolis alto medieval así como los restos prerrománicos de la Ermita de San Fructuoso de Lamiña. Durante las excavaciones arqueológicas se aparecieron restos de construcciones anexas a la ermita actual, que probablemente correspondieron al Monasterio de San Fructuoso de Lamiña, al cual se hace referencia en la escritura de fundación del Infantado y Abadía de Covarrubias en el siglo X. Aún se conserva, dentro de la ermita un sarcófago prerrománico.
De este modo, parece que, en torno al año 1000 se fueron formando una serie de aldeas llamadas ya entonces, Barcenillas, Lamiña, Ucieda y Ruente, cuyo proceso de constitución se generó mediante el asentamiento de colonos y labradores, en torno a los monasterios e iglesias de la época. Así por ejemplo, se tiene constancia documental del Monasterio de Santa María de Ucieda, dependiente del de Cardeña, en el año 999. La vinculación con Cardeña se generaliza también a otros, como la Iglesia de Santa María Magdalena, de Ruente tal y como se comprueba en el siglo XII.
En el Becerro de las Behetrías (1351), se recoge como el proceso de señorialización tomo el relevo con el protagonismo administrativo y económico al régimen de abadengo, transformando aquellos lugares de gentes libres y de condición de behetría, dependientes de la Casa de la Vega, la cual junto a la de Castañeda, compartió el vínculo señorial sobre los vecinos de Santillán de Ucieda. En el Apeo de 1404, aparece de nuevo la vinculación de la Casa de la Vega, no sólo para Santillán de Ucieda sino también para Santa María de Ruente. En el Catastro de la Ensenada, de 1752, se recoge de forma detallada la riqueza de los bosques y pastos comunes de las tierras, donde complementado la riqueza ganadera, se cultivaba maíz, alubia, lino, etc. medio de vida fundamental de los colonos del Real Valle de Cabuérniga.
La presencia romana ha dejado su huella en las vías de comunicación, la denominada vía del Collado de Somahoz, que conducía al Valle del Saja por el puerto de Palombera. A la altura del lugar de Las Fuente (cerca de lo que hoy es la Venta de Tajahierro) el camino se bifurcaría, siguiendo uno de los ramales hacia Bárcena Mayor (por la Venta de Mobejo) y el otro hacia Los Tojos (por Tambuey y la Venta del Mostajo), uniéndose de nuevo a la altura de Correpoco. De ahí por Llendemozó, llegaría a Renedo de Cabuérniga; desde aquí seguiría el curso del río hasta la Hoz de Santa Lucía. Al pasar ésta, se bifurcaría de nuevo, por un lado hacia Cabezón de la Sal, Udías, Ruiseñada y Comillas. Y por otro, hacia Cos, Mazcuerras y Barcenaciónes, dirigiéndose hacia el Portus Blendium, Suances.
En la época del Régimen Constitucional, Ruente ya formó un municipio propio, que al principio dependía del partido judicial de Puentenansa, después de Cabuérniga y en la actualidad pertenece al de Torrelavega.
Nuestros pueblos
Barcenillas: el núcleo de Barcenillas con unos 123 habitantes y a 220m sobre el nivel del mar, constituye un pueblo de excepcional riqueza e interés urbanístico y arquitectónico, de ahí que sea conocido con el nombre del “pueblo de las casonas”. Se organiza en dos barrios unidos entre sí por sendas plazas y está asentado en medio de un terrazgo cerrado con paredes de piedra y de dedicación predominantemente pratícola. Las vertientes que lo dominan hacia Lamiña están formadas por un robledal.
Lamiña: a 3 kilómetros de Ruente con una altitud de 360m sobre el nivel del mar y unos 91 habitantes, se encuentra Lamiña. Situado en la margen derecha del valle medio del Río Saja, en este núcleo se localiza uno de los elementos patrimoniales más antiguos del municipio: la Ermita de San Fructuoso, cuyo origen se remonta al siglo IX. Aunque no posee un patrimonio arquitectónico tan destacado como el de Barcenillas, también podemos encontrar buenos ejemplos de la arquitectura popular del valle, como las casas llanas.
Ruente: es la capital municipal. Situado en la llana del fondo del valle del río Saja, sus 304 habitantes se reparten en los tres barrios que lo forman: Gismana, Monasterio y Ruente. Conocido por La Fuentona, una de sus imágenes más características es el puente medieval de nueve ojos que la cruza y que, en su día, facilitó el tránsito del Camino Real. Destaca también en este pueblo, el Palacio de Mier, declarado Bien de Interés Cultural en 1992 o las casonas de la Nogalea y la de Cossío y Terán. El antiguo camino que une Ruente con Ucieda, flanqueado por avellanos, que llegan incluso a formar una especie de galería, discurre sobreelevado en la ladera, facilitando una buena vista del núcleo.
Ucieda: conocido por ser una de las entradas más conocidas al Parque Natural Saja-Besaya, es la localidad con más habitantes del municipio, 534. Está dividida en cuatro barrios: Barrio de Abajo, Barrio de Arriba, La Cuesta y Meca. De su patrimonio arquitectónico destacan los Palacios de Escagedo y de Quirós, así como numerosas casonas, buenos ejemplos de la arquitectura civil montañesa. Adentrándonos en su bosque, podemos disfrutar de numerosas rutas a través de sus hayedos y robledales, a lo largo de los cuales podremos ver algunos ejemplares catalogados como el Haya de Bujilices o el Roble Tumbado.